
Extrañamente el niño soñaba todas las noches con el miedo.
Gritaba y se levantaba bañado en sudor, y con su escaso
vocabulario no podía hacerse entender, sus padres como
único remedio lo llevaban a su cuarto y entre sollozos se
quedaba dormido entre el calor de los cuerpos de sus padres,
sin embargo muy adentro proseguía el miedo.
Los padres preocupados llevaron al niño a psicólogos,
psiquiatras, y muchos especialistas, no obstante las pesadillas
seguían, hasta que un día un médico psiquiatra muy joven por
cierto le recomendó a los preocupados progenitores que le compraran
un oso de peluche, que trataran al felpudo muñeco como alguien
más de la familia, que lo sentaran a comer con ellos, que vieran
la televisión con él, de manera que el niño sintiera al oso
como parte viviente del conglomerado familiar, y que al final
del día acostaran al peluche de grandes ojos plásticos con el niño.
Basto solo menos de una semana para que aquel inusual remedio diera efecto,
el oso se convirtió en el mejor guardián y velador de los sueños
de la asustada criatura.
Paso el tiempo, ya el niño se había convertido en todo un joven,
viajaba a Caracas, empezaba su primer año de estudios en una
prestigiosa universidad, dejaba el nido materno y se enfrentaba
solo ahora a la vida, claro sus padres le alquilaron un cómodo
apartamento cerca de la universidad, pero era un gran paso para
aquel muchacho que paso toda su infancia y pubertad con el
cuidado extremo y sobre protector de los padres. Llegado al apartamento
el joven bajo sus maletas y efectos de mudanzas, arreglo el
apartamento a su gusto y cuando en la noche se acostó, se percato
que no se había traído su oso... el sueño fue lento... durmió con la
luz de la casa encendida, los fantasmas volvieron... corría y gateaba
por la casa, sus padres dormían o estaban fuera de casa, iba detrás
del tio que jugaba con él, la luz se apago y ahora estaba dentro de
un closet, solo siente las manos frias y heladas que lo tocan, que le
hacen daño... el corazón le palpita fuertemente, suda, su cuerpo se
hace agua mientras su garganta se seca... despierta y el miedo
prosigue alli... toma las llaves del carro y se
lanza en un viaje de
ocho horas.
La casa lo espera, silenciosa como si supiera lo que
fuera a ocurrir. Entra y sube las escaleras que dan a su
cuarto, va directamente a buscar a su oso, llega a la
habitación y allí esta él, si él, oliendo con lascivia al
osito, tratando de desprender las sustancias odoríferas
que quedaron atrapadas en su felpa, mientras con su
mano manosea rítmicamente su miembro, el tío no se dio
cuenta de la presencia del joven, solo siente el golpe en
el cráneo que se divide y baña de sangre al osito, mientras
la pesadilla se reafirma en el subconsciente.
La noche llegó rápidamente. El matrimonio corrió escaleras
arriba al ver estacionado el auto del hijo que solo ayer
partió para la gran ciudad... en la habitación yace en el piso
sobre el charco de sangre el tío, el joven se encuentra en su
cama dormido placidamente
con su oso abrazado.
Extrañamente el niño sueña... ya no sueña con el tío que lo
profana... ya no suda, ya no llora, sueña con su osito de felpa
de grandes ojos de brillante plástico, sueña que el oso lo
protege, que se venga, que es feliz... y ya nadie puede despertarlo.
Felix.....
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